Mi
nombre es Vania y esto que les cuento me sucedió cuando contaba con tan solo 12
añitos de edad, ahora tengo 30 pero recuerdo claramente los hechos de esa tarde
y no creo poder olvidarlos nunca
ya que marcaron mi inició en las artes del
amor, debo decirles que a esa edad yo era una pequeña como muchas otras, muy
delgada, piernas largas, senos pequeñitos ya que apenas se me comenzaban a
formar, piel blanca, carita bonita, ojos color miel y cabellera casi lacia y
larga hasta la mitad de mi espalda, en realidad no era nada del otro mundo pero
tenía mi buen número de seguidores en la escuela secundaria en la cual acababa
de ingresar.
Todo
comenzó cuando salimos de vacaciones, eran las vacaciones de diciembre que
duran como veinte días, mis padres solo iba a poder disfrutar de una semana
libre pero está sería hasta después del día 18 y yo ya estaba de vacaciones
semana y media antes que ellos, como no querían que me aburriera en la casa me
preguntaron si me quería ir a casa de mi tía Consuelo y que ellos me
alcanzarían ahí cuando pudieran salir, ya en casa de mi tía se encontraban
algunos de mis primos y no me iba a aburrir ya que además de los primos la
playa queda a solo tres cuadras de la casa de mi tía.
El
único problema era el siguiente, mi tía vive en el Puerto de Veracruz y yo vivo
en la ciudad de México, el puerto queda a unas cinco horas por carretera y pues
nadie me iba a poder acompañar durante el viaje y esto me daba un poco de
miedo, pues nunca antes había salido sola de la casa y menos viajado tanto
tiempo sin la compañía de mis padres.
Lo
estuve pensando durante toda la noche después de que mis padres me lo propusieron,
casi no pude dormir de estar imaginando cualquier cosa que me podría pasar,
asaltos, choques, que me robaran a mí, que me dieran drogas... en fin, no pude
dormir imaginando un sin fin de cosas pero ya por la mañana un poco más
despejada de los malos pensamientos me decidí a decirles que si me gustaría
irme a casa de mi tía. Hecho esto los preparativos comenzaron esa misma tarde,
mi madre me ayudo a empacar mis cosas, trajes de baño, ropa ligera para el
calor, bronceadores, lentes para el sol, toalla y cosas de aseo personal, salió
de todo una pesada maleta que apenas y podía jalar, pero que ya hallaría la
forma de mover por toda la terminal de autobuses y luego quien sabe cómo le
haría para poder subir al autobús.
Mi
padre pidió por teléfono la reservación para los boletos y después me informó
que la salida era para dentro de dos días ya que había mucha gente y apenas y
había podido alcanzar ese lugar ya que era una cancelación. Esos dos días se me
hicieron largos y aburridos sola en la casa viendo la televisión o jugando en
la computadora mientras que mis padres se iban a trabajar, estaba alegre de
haberme decidido antes de ya no encontrar salidas pues de lo contrario la
siguiente semana en casa hubiera sido tan o más aburrida que estos dos días;
por fin se dio la fecha y muy temprano me puse de pie comenzar a prepararme, me
bañe, me perfume y ya lista me encamine hasta el comedor en donde ya me
esperaba un suculento desayuno.
Mi
madre y mi padre me hicieron algunas recomendaciones como que fuera prudente,
que no me metiera en lo hondo, que me portara bien y le ayudara a mi tía
etcétera, las mismas cosas que siempre dicen los padres. Mi padre salió a
preparar el auto y ya como a eso de las siete de la mañana estábamos rumbo a la
terminal de autobuses, mi madre se bajó junto con migo y me llevó hasta la sala
de espera mientras que mi padre se despedía y se dirigía a su trabajo. Mamá me
acompaño hasta que encontramos la sala de espera, luego me dio un papel con la
dirección de mi tía y su teléfono por si me perdía, me dio dinero y el boleto
de abordar, por fin llegó la hora y entonces nos despedimos, me encamine hasta
el pasillo y entonces una bella edecán me indico cual era el autobús que tenía que
abordar, también llamó a un joven para que acomodara mi maleta en la unidad y
luego de esto aborde y busque mi asiento, este se encontraba casi hasta la
parte trasera pero afortunadamente me quedaba el monitor justo en frente. El
autobús comenzó a llenarse y al poco rato un señor alto y no muy feo se sentó a
mi lado, también venía solo. Por fin la unidad arrancó y pude ver a mi madre
parada en la sala de espera viendo cuando comenzaba a partir la unidad en que
yo iba, poco después de cinco minutos de iniciada la marcha pusieron una
película y me perdí en ella hasta que terminó, el señor de al lado ya iba
profundamente dormido para esos momentos.
Pusieron
entonces otra película y me dispuse a verla, en esas estaba pero no sé ni a qué
hora me quede profundamente dormida y no supe nada más hasta que alguien me
comenzó a despertar.
–
Oye... despierta... oye... – me decían a la vez que me sacudían con calma.
Abrí
los ojos y me pude percatar de que el autobús ya se encontraba vacío, entonces
mire a la persona que me estaba despertando, era un hombre joven y con una cara
agradable, me sonreía amablemente y cuando vio que reaccione se puso de pie.
–
¿Qué horas son...? ¿En dónde estoy? – dije desconcertada.
–
Ya llegamos a Veracruz... pero no me había dado cuenta de que estabas aquí y
pues ahorita ya estamos en el encierro. Son las tres de la tarde.
–
Me quede dormida... ¿y la terminal?
–
Bueno esa ya está un poco retirada de aquí, llegamos, los pasajeros se bajaron
y después de comer me vine para acá pero cuando ya me iba a bajar escuche un
ronquido y fue cuando me di cuenta de que estabas aquí... ¿cómo te llamas?
–
Vania.
–
¿Para dónde vas?
–
Vengo a casa de mi tía, queda en esta dirección. – le dije enseñándole el papel
que mamá me había dado antes de partir.
–
¡Huy eso está del otro lado del puerto! Si me dejas entregar unos papeles en la
oficina en un rato te llevó hasta allá... ¿te parece?
–
Puedo tomar un taxi por aquí... para no molestarlo...
–
No creo, si quieres intentar a ver si pasa uno, pero aquí estamos en las
orillas y no pasan muchos... – me dijo él viendo mi preocupación.
Me
baje de la unidad junto con el operador que traía en las manos los papeles que
iba a entregar y me indicó por donde salir, me ayudó a bajar mi maleta y
entonces me encamine hasta la salida de ese terreno. Era verdad, por esa calle
pasaban muy pocos carros y menos un taxi. Pensé en caminar hasta algún lugar
más transitado pero al parecer este terreno estaba lejos de todo, se veía una
carretera que se perdía a lo lejos y ni siquiera se veía una casa por aquí,
solo árboles y del otro lado el mar.
No
teniendo más salida me regresé al autobús que ya comenzaba a arrancar, cuando
me vio el operador se detuvo y me abrió la puerta.
–
Ves, te dije que por aquí no pasa nada... pero no temas, mira ahorita vamos a
la playa, aquí para lavar la unidad y después yo te llevó hasta cerca de esa
dirección, al rato tengo que regresar a la ciudad de México... ¿te parece?
No
quedándome otra opción aborde de nuevo la unidad, el hombre se bajó para
ayudarme con la pesada maleta. Ya en marcha comenzamos a platicar.
–
¿Cuántos años tienes Vania?
–
12... ¿Y usted?
–
Yo tengo 36... Pero no me hables de usted... me haces sentir viejo.
–
Esta bien... ¿cómo te llamas?
–
David... eres una nena muy hermosa... ¿tienes novio?
–
No...
–
Pero debes de tener muchos galanes ¿no?
–
Bueno pues eso si... ¿Oye es muy difícil manejar este camionzote?
–
Pues no mucho... ¿te gustaría intentarlo?
–
No como crees, me da miedo.
Estábamos
en esa platica cuando vi como comenzaba a desviar el autobús hacia un camino de
terracería, que nos llevaría hasta la playa en donde me había dicho que lavaría
la unidad.
–
Bien por aquí vamos a lavar la unidad, no me tomara mucho tiempo... veras que
es un lugar muy bonito.
–
Si quieres te ayudo a lavarlo, está muy grande ¿no?
–
Veras que acabamos rápido, acepto tu ayuda... igual y hasta nos da tiempo de
nadar un poco.
En
verdad que el lugar era hermoso, una playa larga y solitaria, aunque las olas
eran grandes, David detuvo el autobús en terreno a la orilla de la playa y
luego de bajarnos sacó un par de cubetas y las fue a llenar a un pozo que había
en el lugar, saco unos cepillos largos y comenzó a lavar uno de los costados
del gran autobús, me enseño como debía de hacerlo y así entre platica y trabajó
pronto terminamos, a decir verdad el autobús quedo muy limpio y nosotros todos
mojados.
–
Vamos arriba a descansar un rato... no crees.
–
Si, esto sí que cansa...
Nos
subimos y nos sentamos en los asientos del frente, quedamos casi acostados
abarcando los dos asientos. El en un costado y yo en el otro y podíamos vernos
de frente.
–
¿Y ya te han besado tus novios?
–
Hay, no eso, no... ¿Cómo crees?
–
¿Por qué? Si en verdad eres muy bonita.
–
Pues la verdad no sé... ¿Y tú? ¿Has tenido muchas novias?
–
Si la verdad muchas...
–
¿Y las besas?
–
Claro que si y no solo eso... también...
–
¿También qué?
–
No nada... nada...
–
No me digas que se los haces...
–
¿Qué...?
–
Tú sabes... eso...
–
Ah... bueno... ¿tú ya lo has hecho...?
–
¡¡¡NO!!! ¿Cómo crees?
–
¿Por qué? ¿No te gustaría probarlo?
–
Pues no sé...
Después
de decir eso David se puso de pie y se acercó hasta mi lado, me hizo ponerme de
pie y me beso en la boca, primero solo con los labios y luego comenzó a
introducirme su lengua, pude notar su aliento con sabor a menta mientras que su
lengua comenzaba a hurgar en mi boca... yo tenía mucho miedo y no sabía qué
hacer, solo me deje... sus grandes manos buscaron mis pequeños senos y los
acarició por encima de la tela de mi mojada blusa.
Sentía
que las piernas se me doblaban y todo mi cuerpo temblaba, nunca me habían hecho
esto, tenía miedo pero a la vez algo me decía que me dejara llevar, no sabía
trate de rechazar su beso en tres ocasiones pero el insistía y fue venciendo mi
resistencia, su lengua hurgaba profundamente dentro de mi boca, se separó de mí
y entonces me quiso quitar la blusa, yo la agarre para evitar que me la
quitara, me tomo de las manos y me hizo que me sentara, luego él se sentó a mi
lado, me vio a la cara.
–
Me gustas Vania... te voy a hacer algo rico... no tengas miedo... te van a
gustar. Yo ya no podía contestar, solo me le quedaba viendo, él se sacó la
camisa y me dejo ver su torso desnudo y peludo, no muy musculoso pero si
marcado.
Me
atrajo hacia él y nuevamente me volvió a besar en la boca, esta vez mis labios
se abrieron involuntariamente a su caricia y respondí ofreciéndole mi lengua
también, ahora las dos lenguas se enredaban dentro de mi boca y nuestros labios
se untaban unos con otros; una de sus manos estaba acariciando mi larga
cabellera mientras que con la otra buscaba una de mis tetas y la acariciaba
delicadamente por encima de la tela, pude notar que mi pezón se comenzó a poner
duro, mi respiración estaba también muy acelerada.
Nuevamente
intentó quitarme la blusa y nuevamente me resistí pero en esta ocasión él puso
sus manos en la parte mi pecho y con
fuerza tiró de ella hasta que la tela se rompió por la mitad y la desgarró
desde arriba hasta abajo, pude ver que se notaba mi estómago de piel blanca y
mi corpiño de color blanco con dibujos color rosa, tuve miedo pero no me pude
mover, sus manos inmediatamente acariciaron mis dos senos una en cada uno de estos,
lo hacía con suavidad y le daba a mis pezones pequeños pellizcos, quede solo
con mi corpiño y pude notar los pequeños montecitos de mis senos con sus pezones
bien paraditos, se marcaban perfectamente en la tela, él volvió a apoderarse de
mis dos bolitas y las acarició de igual modo, luego bajó sus manos por mi plano
estomaguito y regresó hacia arriba, pero esta vez metió sus manos por debajo de
la tela tocándome así directamente los pechos, fue levantando el corpiño conforme
iba avanzando y mis pequeñas protuberancias fueron quedando a la vista.
–
Que hermosas son... ¿te gusta? Ya se te pararon los pezones... – me dijo
viéndome directamente a la cara.
Yo
no respondí, estaba completamente paralizada pero a la vez comenzaba a
experimentar algo rico que aún no sabía que era. Sus manos por fin me retiraron
el corpiño y esta vez no opuse resistencia, sabía que era inútil, quede desnuda
de la parte de arriba, David se agacho y colocó sus labios sobre una de mis
tetas, me la comenzó a mamar despacito, parecía estar disfrutando del sabor de
mi piel, primero mi seno por todo el rededor y luego se fue acercado a mi pezón
hasta atraparlo entre sus labios, lo lamió con su lengua y luego lo chupó
delicadamente; yo sentía que el corazón se me iba a salir del pecho de lo
fuerte que me golpeaba. Me perdí de pronto en las caricias que él me estaba
proporcionando en los pechos, no supe que pasaba, solo me deje hacer, una de
sus manos tomo la mía y la llevó hasta sus pantalones, inmediatamente sentí un
gran palo que estaba debajo de la tela, con miedo y curiosidad envolví mi manita
en torno a esa barra oculta, inmediatamente la volví a soltar y retire mi mano.
Él se retiró un poco de mi teta.
–
No tengas miedo... te está gustando... se ve... mira. – dijo sacándose los
pantalones así sentado como estaba y dejándome ver su trusa de color blanco
bajo las cuales ya se marcaba bien su cosa. – agárralo... siente lo duro que
esta y lo caliente que es... sin miedo.
Volvió
a tomar mi manita y me la llevó hasta tocar la parte frontal de su calzoncillo,
nuevamente volví a tocar su cosa y volví a cerrar los dedos a su alrededor,
esta vez no retire la mano, palpe la dura pieza que se escondía debajo de los
calzoncillos, explore cautelosamente la larga barra y note como palpitaba de
vez en cuando, además pude percibir el calor que esta tenía.
–
Bájame el calzón para que lo puedas ver... – dijo David arqueando su espalda
sobre el respaldo del asiento y levantando las caderas para facilitarme su
orden. Con miedo tome el frente del elástico del calzón y lo jale, enseguida
pude ver un gran tubo de carne con una cabeza de color púrpura que saltó cuando
retire por completo el calzón de esa parte, era largo y grueso, en la parte de
arriba estaba lleno de pelos enmarañados de color oscuro; David me tomó de
nuevo la mano para colocarla ahora directamente sobre ese grueso tronco, lo
agarre envolviéndolo ahora directamente, sin soltar mi mano el comenzó a
moverla a lo largo del tubo desde arriba hasta abajo, así varias veces.
–
Sigue moviéndolo así nenita... se siente muy rico... sigue así... Me dijo esto
a la vez que soltaba mi mano, yo seguí entonces sus instrucciones y continué
meneando mi manita por todo ese largo instrumento, nuevamente él se prendió de
mis tetas mamando esta vez la otra, con sus manos en mis caderas empezaba a estirar
el elástico que le permitía a mi falda quedar en moscardeas, lo estiraba más y luego
bajo poco a poco mi falda morada para después mis bragas de color rosa y blanco
sin aparar su mirada de ella al punto de bajarla completamente
Mis
bragas quedaron entonces a su vista y mis piernas delgadas y blancas también.
Sus manotas se pasearon por mi espalda y fue descendiendo directo hasta mis
nalguitas, metió su mano por debajo de mis bragas y pasó uno de sus dedos por
el canal que separa los cachetes de mis nalgas. Luego puso sus manos en los
costados de mis bragas y de un fuerte tirón estas salieron con todo y que yo
estaba sentada.
–
Que bonita esta tu conchita chiquita... no tienes todavía pelitos... que rica
se ve... Dijo él separándose de mis tetas y luego me volvió a besar en la boca,
yo seguía teniendo miedo de lo que fuera a pasar pero a la vez quería que continuara
esta situación, no sabía lo que me estaba pasando, era algo que nunca antes
había sentido.
David
me hizo ponerme de pie y entonces me quito los tennis y terminó de retirarme todas
las prendas que estaban en mis piernas, quede completamente desnuda frente a
este desconocido, luego él se paró y también se desnudó por completo, me sentó
de nuevo en el asiento y se paró frente a mí, me jalo hasta que quede sentada
solo a la orilla del cojín y me acerco su dura cosa que estaba completamente
erecta y apuntándome directamente a la cara.
–
Bien Vania hermosa, te voy a enseñar cómo se debe de mamar una verga – dijo –
ves la cabecita... dale un beso... vamos, sin miedo... te va a gustar... eso...
muy bien chiquita... ahora abre grande tu boquita... bien, bien así... no la
cierres... te voy a meter la cabecita completa... quiero que cuando este en tu
boquita la chupes como si fuera una paleta... bien así... saca tu lengua y
pásala por toda la cabecita... así, así... que rico nenita... te está gustando
¿verdad?... – dije que si moviendo la cabeza – bien... sigue chupando, no dejes
de metértela... bien, ahora mueve tu cabecita de adelante para atrás... trata
de comértela toda... así muy bien, casi te entra toda... sigue así chiquita...
agarra con tu manita las bolas y acarícialas despacito... bien que rico lo
haces... sigue, así... así... ahorita va salir un poco de lechita... no te la
saques... sigue chupándola... que rico... quiero que te tomes toda la lechita
que salga, te va a saber un poco rara al principio... no tengas miedo... sigue...
que rico mamita... me gustan tus tetitas... deja te las acaricio, que lindos
están tus pezoncitos... ¿te gusta cómo te las acaricio...
–
Si... se siente rico... – dije por fin sacándome la verga de la boquita.
–
Que bueno que te gusta... chupas rico... sigue... muévete más rápido... ya casi
te la tragas toda... que rica boquita tienes mi niña... me gustaría ser tu
papi, te lo haría seguido preciosa... qué bonita es tu carita y tu cabello...
¡¡¡Ho, si!!!... sigue... sigue... así... así, prepárate preciosa... ya, ya...
ahí te van... ¡¡¡si, si que rico!!!¡¡¡Haaa!!!
Fue
en ese momento en que comencé a sentir como de la punta de su gruesa cosa
comenzaban a salir chorros de un líquido caliente y espeso, como él me había
dicho el sabor era algo fuerte, trate de tragar lo más que pude pero era
demasiado y tuve que sacarme su cosa de la boca para no ahogarme, trague una
buena parte pero el resto se fue a estrellar en mi cara, uno, dos, tres chorros
calientes me golpearon con fuerza el rostro y me bañaron, el semen estaba
escurriendo por toda mi cara y caía pesadamente sobre mis pecho y mis piernas;
David me estaba sujetando la cabeza con una mano y con la otra se movía la
tranca de adelante para atrás frenéticamente hasta que la última gota de leche
salió.
–
Que rico mi chiquita... no te imaginas lo que me has hecho gozar... ahora te
tengo que devolver el favor... vas a saber lo rico que es... ya verás... ¿te
gustó?
–
No sé... es algo raro... pero siento muy chistoso... – dije un poco nerviosa.
–
Bien es que todavía no sabes lo que se siente... pero ya verás.
Diciendo
esto el me tomo del brazo y me puso de pie, luego levanto la codera de la
mancuerna y me recostó de forma en que mi cabeza quedo sobre la codera del
fondo y mis piernas estiradas hacia el pasillo, se hinco frente a mí y con sus
manos me agarró por debajo de las rodillas, me hizo separar las piernas y
colocó una sobre la codera y la otra abajo sobre el suelo, quede completamente despatarrada
y mostrándole a el impúdicamente mi entrepierna, una de sus manos acarició
delicadamente mi intimidad, pude sentir como restregaba toda mi rajada de
arriba hasta abajo y luego con sus dos manos separó mis labios vaginales para
observar el interior de mi cuevita.
–
Que bonito esta tu túnel, está bien rosita... me gustan tus labios... ¿Te gusta
cómo te acarició?... – yo solo moví mi cabeza en señal de si – que bien... me
gustan las niñas como tu... ahora te voy a mamar tu conchita y vas a ver cómo
te gusta más.
Se
inclinó entre mis piernas y pude sentir como su aliento se iba acercando más y
más hasta que pude sentir como sus labios me besaban la rajada, tomo cada uno
de mis labios vaginales en su boca y chupó y lamió cada uno de estos, su lengua
se arrastró a todo lo largo de la cavidad que se forma cuando los labios están
cerrados y llegó hasta el botoncito que tengo en la parte de arriba de mi
pepita, estuvo moviendo luego su lengua por largos minutos sobre este pequeño
botoncito, las coquillas que me hacía eran tremendas, nunca antes había tocado
ese botoncito pero esta vez no paraba de reír; David no se inmuto ante mi risa
y continúo chupándome toda la rajadita, de repente comencé a sentir que algo me
invadía mi culito, era uno de sus dedos que él comenzó a introducir por mi ano,
era algo extraña la sensación pero no era desagradable, así se mantuvo por
largos minutos y yo entonces note algo que nunca antes había sentido, mi panochita
se comenzaba a mojar y un extraño pero rico cosquilleo me recorría el cuerpo.
–
Estoy sintiendo algo raro... creo que me voy a mojar...
–
Muy bien... no lo detengas... déjalo que salga... – me dijo separándose unos
momentos de mi panochita.
–
¡¡¡Ah...!!! No puedo... no puedo más... me orino... me orino...¡¡¡Ho...!!! si,
si... que delicia... ¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡ahhhh!!! No... No puedo.... Ayyyy... que
rico se siente... más... más, más, más...
Fue
algo realmente maravilloso, algo que nunca antes en mi vida me hubiera podido
imaginar, algo indescriptible que me hizo perder la razón por completo y grite
y gemí como nunca antes lo hice, abrí mis piernitas y me abandone por completo
a aquel señor desconocido que me hacía estas extrañas cosas, sentía como mi
rajada comenzaba a mojarse y mojarse y él se bebía todo lo que de mi salía, como
yo lo había hecho antes con el, no imaginaba lo rico y extraordinario de esta
sensación; me encanto, me fascino, quería más y estaba dispuesta a todo por
sentir de nuevo ese goce que en poco segundos me había trasportado fuera de
este mundo, sujete entonces su cabeza contra mi para evitar que se detuviera.
David
comprendió enseguida lo que yo deseaba y nuevamente se dedicó a continuar con
sus mamadas sobre mi concha, todavía sentía su dedo invadiendo mi túnel trasero
pero ahora la sensación era diferente, mucho más agradable que antes. Su lengua
siguió introduciéndose entre los labios de mi vagina y ahora lo trataba de
hacer más profundamente, estaba ahora si sumamente excitada pero yo no sabía que
era eso, deseaba solo más, él con su experiencia me seguía dando lengua en mi
cuca húmeda, su lengua se fue a lamer nuevamente mi clítoris y fue solo
cuestión de minutos para que de nueva cuenta mi cuerpo se comenzara a
convulsionar presa de la misma extraordinaria sensación que antes me había
invadido, mis caderas se comenzaron a mover de arriba para abajo en un loco
frenesí mientras que mis manos sujetaban con fuerza la cabeza de David.
Estallé
de nuevo en un estrepitoso orgasmo que mi compañero se bebió en su totalidad, quede
completamente agotada de tanta satisfacción, solo pude ver como él se levantaba
viéndome ahí tirada y completamente abierta de piernas, con mi vagina húmeda
por su saliva y mis jugos, mis pezones sumamente erectos y mi larga cabellera
desaliña por los constantes movimientos de mi cabeza.
–
Veo que te encantó esto... – me dijo David.
–
Siiii... – dije con la voz completamente transformada por la excitación.
–
Todavía te falta lo mejor chiquita... ya verás...
–
Ya no puedo... estoy muy cansada...
–
No te preocupes descansa un poquito.
David
me dejo descansar unos minutos pero continuó acariciándome todo mi cuerpecito
desnudo y a su completa disposición, sus grandes manos se paseaban por mi cara,
mi cabello, mi pecho, mi estómago, mis piernas y pies y mi panochita por
supuesto. A mí ya se me estaba pasando el cansancio y me comenzaba a sentir
nuevamente caliente, él lo noto y me tomo de las manos poniéndome de pie frente
a él, nos besamos y esta vez ya no hubo dudas de mi parte, le metí mi lengua en
su boca y jugué con la suya, mis manos se posaron en sus nalgas y se las
acaricie como el hacía con las mías.
Cuando
nos separamos me pidió que me hincara sobre el asiento y de espaldas a él, así
lo hice y sus manos se apoderaron de mis tetas pero con él a mis espaldas,
luego fueron bajando y me agarró la húmeda panochita, luego fue pasándolas a mis
nalgas con las, cuales jugó por algunos minutos, las subió por mi espalda y por
último me tomó por los hombros y me comenzó a empinar hacia el frente, entendí
lo que quería y entonces me empine dejando mis manos recargadas sobre el otro
asiento, estaba ahora en cuatro patas como supe después y mi culito quedaba
completamente expuesto a él al igual que mi vagina, metió sus manos entre mis
piernas y me hizo separarlas un poco.
–
¿Ya tienes la menstruación? – preguntó.
–
No... Aún no... ¿Por qué?
Fue
para la parte de enfrente y sacó de un botiquín un poco de crema que se
unto
en el pito y luego lo embarró por todo el tronco, luego regresó y se colocó
detrás de mi, acaricio toda mi espalda y luego me acomodo el cabello de modo
que caía por el costado izquierdo de mi cabeza, sus manos recorrieron toda mi
columna vertebral provocándome estertores de placer y luego las colocó sobre
mis nalgas y las acarició con gran golosidad, se inclinó y me besó cada uno de
los glúteos y pasó su lengua por cada centímetro de mi piel, luego se volvió a
incorporar y sujetó con sus manos mis caderas, pude sentir como su gruesa barra
se acomodaba sobre los labios de mi panochita. Sentí como la punta de su barra
hacía presión en mi conchita y una extraña sensación me invadía nuevamente,
nunca antes había tenido nada dentro de mí y era algo extraña esta nueva
sensación, el continuó empujando su daga dentro de mi pequeña y virgen cavidad
hasta que de pronto sentí un intenso dolor que me hizo soltar un fuerte grito y
contraje mis caderas haciendo que lo poco del nabo que me estaban clavando se
saliera por completo.
–
Me dolió...
–
Si... no temas así es la primera vez... vamos a intentarlo de nuevo... ¿Está
bien?
–
No... mejor no... – dije asustada.
–
Tranquila... relájate...
Nuevamente
me sujetó de las caderas y acomodo su instrumento en mi entrada, yo tenía miedo
y estaba tensa, esta vez el no intentó penetrarme sino que me restregó su pito
por todo lo largo de mi rajadita, desde arriba hasta abajo la gruesa cabeza se paseó
abriendo mis labios vaginales un poco, así lo estuvo haciendo por largos
minutos hasta que nuevamente colocó su gruesa cabeza en la entrada de mi
coñito, esta vez sin previo aviso dio un fuerte empujón en mis entrañas y sentí
como me desgarraba por dentro, la verga se clavó solo hasta la mitad, yo grite
y unas cuantas lagrimas escurrieron por mis mejillas; el dolor era fuertísimo y
me recorría toda la espalda partiendo desde mi conchita, le grite que me la
sacara que me dolía mucho pero el por el contrario me la sepultaba más y más.
–
Eso es preciosa... cómetela así... que rico aprietas chiquita, que rico... mira
cómo se te abre la conchita... me encanta... ahora ya eres toda una
mujercita... si tu quisieras tu papá te podría hacer esto cuando quieras... o
tus hermanitos... también tus primos y tus novios... con tu panochita los vas a
tener comiendo de tu manita... inténtalo cuando regreses a tu casa y vas a
ver... imagínate a tu papá metiéndote su pito... mmm...
–
¿Crees que a él le gustaría? – dije imaginando a mi padre hacer lo mismo.
–
Claro... pero con cuidado... trata cuando estés sola con el pégale
tucuerpecito, sus cositas...
–
No sé...
Mientras
que platicábamos el siguió empujándome su tubo dentro y yo ya me sentía
completamente llena con ese tronco dentro de mí pero aún le faltaba un poco
más, David comenzó a sacarlo lentamente e hizo que toda mi piel se erizara,
luego volvió a empujar hasta el mismo sitio, así una y otra vez, el dolor fue
pasando poco a poco y a los pocos minutos comencé a sentir el mismo calor que
antes había experimentado con su lengua, era un poco diferente pues ahora tenía
una gruesa tranca clavándome, sentía todo mi cuerpo llenó de ese grueso instrumento
que entraba y salía sin misericordia de mi húmeda rajadita.
Sus
manos seguían aferradas a mis caderas y me movían junto con todo mi cuerpo para
encontrarme con sus arremetidas, fuertes chasquidos se comenzaban a escuchar a
la vez que mi vagina comenzaba a segregar más y más fluidos que ya me
comenzaban a escurrir por entre las piernas, David seguía empujando y empujado
su tranca que ahora sí ya entraba por completo en mi conchita, sus gemidos se comenzaron
a mezclar con los míos y el calor fue en aumento hasta que de pronto sentí en
mi interior algo caliente que me comenzaba a inundar, él gimió más fuerte y
entonces supe que eran sus mocos, los que minutos antes me había tragado ahora
me los estaba tirando dentro, llenándome la cavidad; al sentir su calor mi
cuerpo también se rindió al gozo que él experimentaba y en fuertes convulsiones
y estertores de mi cuerpo estalle en un intensísimo orgasmo que se unió al
suyo, mis gritos de placer fueron intensos y se juntaron con mis gemidos haciendo
imposible distinguir unos de otros, fue algo tremendamente intenso y devastador
que me hizo flaquear y caí completamente agotada sobre el sillón del autobús,
él también se salió de mi concha y se dejó caer en el otro asiento, así quedamos
por más de veinte minutos, disfrutando de lo ocurrido y descansando a la vez.
Cuando
nos pusimos de pie lo primero que hicimos fue besarnos y después me dijo que
nos aseáramos con el agua del pozo, nos cambiamos de ropa y nos pusimos en
marcha rumbo a la dirección que mi mamá me había dado, llegamos como en veinte
minutos y David me preguntó si me había
gustado lo que hicimos, por supuesto que le dije que si.
Me
dio su teléfono celular para que le hablara por si algún día quería repetirlo, me
dejó justo frente a la casa de mi tía, me ayudo a bajar mi maleta y luego vi
como el autobús se iba perdiendo entre las calles, la panochita me ardía y me
costaba un poco de trabajo caminar, cuando el autobús se perdió por completo de
mi vista toque el timbre de entrada, mi tía salió sorprendida de verme ahí
parada en la entrada, me invitó a pasar y pude ver que ya había ahí varios
primos que estaban jugando a las cartas entre risas y gritos, la tía me dio
entonces un poco de refresco y algo de comer mientras me iba incorporando a los
otros chicos, algo cambio dentro de mí a partir de ese día, no me traumó, por
el contrario me hizo más abierta y más inteligente en el trato para con el sexo
opuesto, desde ese día pude conseguir de los hombres lo que yo quisiera.
Las
vacaciones transcurrieron normalmente, el dolor de esa primera vez se me pasó a
los dos días y la regla me bajo casi un año después, ese tiempo lo aproveche
para que los hombres me cogieran sin temor a un embarazo, luego cuando la regla
me bajó entonces lo comencé a hacer con condón... por supuesto que nunca más
volví a ver a David pero lo recuerdo con un infinito amor y agradecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario